Taller UNO es el taller de los comienzos. Representa para los alumnos el comienzo de un largo camino; un camino lleno de preguntas. En el caso de este taller, los alumnos realizaban por segunda vez el primer taller luego de un semestre difícil y confuso. Se trabajó en fortalecer el concepto de taller como una unidad, un grupo que trabaja en conjunto.
Procuramos fortalecer las habilidades de expresión desde un primer momento, dedicando tiempo a escucharnos mutuamente. Desde este dialogo constante construimos afirmaciones, y desde las respuestas nuevas preguntas.
Partimos estudiando el concepto de plaza, como un elemento del espacio urbano. Desde su fundación hasta su consolidación, el concepto de plaza es inherente a la ciudad.
A través de las primeras tareas de observación de plazas diversas se llegó a establecer que la condición de plaza está determinada tanto por la forma espacial como por los cuerpos que la habitan.
Por esto nos concentramos en observar el cuerpo en la ciudad: en movimiento, en espera y en encuentro con otros cuerpos; siempre procurando develar las relaciones que se establecen entre cuerpo y espacio.
Durante esta primera fase del taller se realizaron ejercicios proyectuales acotados: espacios destinados a una pausa, a una postura.
Como primer ejercicio se diseñó un espacio denominado “parador”, una instancia para detenerse dentro del recorrido de la calle cuatro esquinas, entre Avenida El Santo y La Ruta 5 en La Serena.
Develando esta materia llegamos al final de la primera fase, momento en que se desarrolló el encargo de un “lugar para la colación” en un espacio cercano al Mall Plaza La Serena; pensado para el tiempo de la pausa que tienen los trabajadores de ese centro comercial. Este ejercicio implicaba el reconocimiento de su entorno y de como situarse en él para dar lugar a una postura de los cuerpos en el espacio.
En una segunda fase, el taller reflexionó sobre el concepto de borde, desde la conceptualización más abstracta hasta las situaciones concretas de borde observables en el espacio urbano.
Como primera aproximación, los alumnos realizaron tres recorridos en Coquimbo, en los cuales diversas situaciones de borde eran observables a distintas escalas.
Paso importante en este punto del proceso fue la construcción de mapas perceptuales. Estos mapas consistían en llevar al papel la observación del lugar, como exploradores de la ciudad, considerando las magnitudes, proporciones y relaciones sensibles y perceptibles del lugar, de una manera grafica, sintetica y conceptual.
De Coquimbo volvimos a La Serena, en un recorrido desde la terraza del Regimiento para remirar la ciudad, intentando descubrir sus bordes.
Realizamos una jornada de taller en terreno en que efectuamos un recorrido que nos llevó al encuentro con el río y redescubrir el valle en su relación con la ciudad.
Al encontrar en este borde un espacio no consolidado en la relación entre la ciudad y su río, se hizo el encargo final del taller.
El ejercicio consistió en proponer un modo de construir el borde. Esto planteaba dificultades relativas a la dimensión del area a intervenir, pero a su vez propiciaba el desarrollo de una visión integradora del lugar.
Reconocer el lugar, los elementos urbanos que lo definen y las relaciones que establecen. Manejar estos elementos, tomando decisiones, potenciando unos, modificando otros.
Los proyectos más logrados fueron capaces de dar un sentido al lugar, a partir de sí mismos y desde la ciudad, manejando una escala de espacio público, y dando lugar al cuerpo en distintas posturas.
El proyecto seleccionado, plantea la construcción de este largo, reconociendo las particularidades de ambos extremos; crea un espesor de borde que se relaciona, de distinto modo, tanto con el espacio de la calle como con el río.